BOSQUEJO 1
La salvación por la fe (1:16-8:39)
Situación salvífica de Israel (9:1-11:35)
La respuesta de los creyentes (12:1-15:13)
Epílogo (15:14-16:27)
BOSQUEJO 2
La salvación por la fe (1:16-8:39)
1. LA JUSTIFICACIÓN (1:16-4:25)
2. DE LA JUSTIFICACIÓN A LA SALVACIÓN (5:1-8:39)
Situación salvífica de Israel (9:1-11:35)
1. LA PALABRA DE DIOS NO SE HA FRUSTRADO (9:6-29)
2. LAS RAZONES DE LA SITUACIÓN DE ISRAEL (9:30-10:21)
3. DIOS NO HA RECHAZADO A SU PUEBLO, QUE SERÁ SALVADO (11:1-35)
La respuesta de los creyentes (12:1-15:13)
Epílogo (15:14-16:27)
BOSQUEJO 3
La salvación por la fe (1:16-8:39)
1. LA JUSTIFICACIÓN (1:16-4:25)
A. TODOS LOS HOMBRES, SIN EXCEPCIÓN, BAJO LA IRA DE DIOS (1:18-3:20)
B. LA JUSTICIA DE DIOS POR LA FE (3:21-31)
C. ARGUMENTO BÍBLICO (4:1-25)
2. DE LA JUSTIFICACIÓN A LA SALVACIÓN (5:1-8:39)
A. LA VIDA EN CRISTO (6:1-7:6)
B. EL HOMBRE PECADOR FUERA DE CRISTO (7:7-25)
C. LA VIDA DEL CREYENTE EN EL ESPÍRITU (8:1-39)
Situación salvífica de Israel (9:1-11:35)
1. LA PALABRA DE DIOS NO SE HA FRUSTRADO (9:6-29)
2. LAS RAZONES DE LA SITUACIÓN DE ISRAEL (9:30-10:21)
3. DIOS NO HA RECHAZADO A SU PUEBLO, QUE SERÁ SALVADO (11:1-35)
La respuesta de los creyentes (12:1-15:13)
Epílogo (15:14-16:27)
BOSQUEJO 4
Saludo.
(1:1-7)
Acción de gracias y súplica.
(1:8-15)
La salvación por la fe (1:16-8:39)
1. LA JUSTIFICACIÓN (1:16-4:25)
La tesis de la carta.
(1:16-17)
A. TODOS LOS HOMBRES, SIN EXCEPCIÓN, BAJO LA IRA DE DIOS (1:18-3:20)
La ira de Dios en el pasado.
(1:18-32)
La ira de Dios viene sobre todos.
(2:1-16)
El judío inobservante.
(2:17-29)
Dios siempre justo.
(3:1-8)
Todos pecadores.
(3:9-20)
B. LA JUSTICIA DE DIOS POR LA FE (3:21-31)
Revelación de la justicia de Dios.
(3:21-31)
C. ARGUMENTO BÍBLICO (4:1-25)
Abrahán, justificado por su fe.
(4:1-25)
2. DE LA JUSTIFICACIÓN A LA SALVACIÓN (5:1-8:39)
La justificación, prenda de la salvación.
(5:1-11)
Adán y Jesucristo.
(5:12-19)
Proposición temática.
(5:20-21)
A. LA VIDA EN CRISTO (6:1-7:6)
Al servicio de la justicia.
(6:15-7:6)
B. EL HOMBRE PECADOR FUERA DE CRISTO (7:7-25)
Función de la ley en el pasado.
(7:7-13)
Impotencia actual de la ley.
(7:14-25)
C. LA VIDA DEL CREYENTE EN EL ESPÍRITU (8:1-39)
La vida en el Espíritu.
(8:1-13)
Hijos de Dios gracias al Espíritu.
(8:14-17)
El plan de la salvación.
(8:28-30)
Conclusión: Himno al amor de Dios.
(8:31-39)
Situación salvífica de Israel (9:1-11:35)
1. LA PALABRA DE DIOS NO SE HA FRUSTRADO (9:6-29)
Dios no es injusto.
(9:14-29)
2. LAS RAZONES DE LA SITUACIÓN DE ISRAEL (9:30-10:21)
3. DIOS NO HA RECHAZADO A SU PUEBLO, QUE SERÁ SALVADO (11:1-35)
La prueba del resto de Israel.
(11:1-15)
El olivo y el acebuche.
(11:16-24)
La conversión de Israel.
(11:25-32)
Himno conclusivo.
(11:33-35)
La respuesta de los creyentes (12:1-15:13)
El culto espiritual.
(12:1-2)
Humildad y caridad en la Comunidad.
(12:3-13)
Caridad en todos los hombres, aunque sean enemigos.
(12:14-21)
Sumisión a las autoridades civiles.
(13:1-7)
La caridad, resumen de la Ley.
(13:8-10)
El cristiano, hijo de la luz.
(13:11-14)
Caridad con los “débiles”.
(14:1-15:13)
Epílogo (15:14-16:27)
El ministerio de Pablo.
(15:14-21)
Planes de viaje.
(15:22-33)
Recomendaciones y saludos.
(16:1-16)
Avisos. Primera posdata.
(16:17-20)
Últimos saudos. Segunda posdata.
(16:21-24)
Doxología.
(16:25-27)
Romanos contrapone “Cristo, Justicia de Dios” a la justicia que los seres humanos pretendían conseguir por sus propios esfuerzos.
Provenía del espíritu griego una orgullosa confianza en la razón; del espíritu judío una orgullosa confianza en la Ley. Estos orgullos harían inútil la obra de nuestro Señor.
La Ley de Moisés, buena y santa (Rm 7:12), hizo que el ser humano conociera la voluntad de Dios, pero sin comunicarle la fuerza interior para cumplirla; por lo mismo no consiguió más que hacerlos conscientes de sus pecados y de la necesidad que tienen de la ayuda de Dios (Rm 3:20;7:7-13).
Rm 7:12-13
Así que la ley en sí misma es santa, y santo el precepto, y justo y bueno. Entonces, ¿se ha convertido lo bueno en muerte para mí? ¡De ningún modo! Es que el pecado, para aparecer como tal, se sirvió de una cosa buena para procurarme la muerte. Es decir, que el pecado ejerció todo su poder de pecado valiéndose del precepto.
Esa ayuda de pura gracia, prometida en otro tiempo a Abrahán antes del don de la Ley (Rm 4), acaba de ser concedida en el Señor Jesús; Su muerte y Su resurrección han obrado la destrucción de la vieja humanidad, viciada por el pecado de Adán, y la creación de una nueva humanidad de la que Él es el prototipo (Rm 5:12-21).
Rm 5:12-21
Por una persona entró el pecado en el mundo y, por el pecado, la muerte; y así la muerte alcanzó a todos los humanos, puesto que todos pecaron. Ciertamente, hubo pecado en el mundo antes de la llegada de la ley, pero el pecado no puede imputarse cuando no hay ley. Con todo, desde Adán hasta Moisés reinó la muerte aun sobre aquellos que no cometieron un pecado semejante al de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero con el don no sucede como con el delito. Si por el delito de uno murieron todos, ¡con cuánta más razón se han desbordado sobre todos la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un hombre, Jesucristo! Además no sucede con el don de Dios como con las consecuencias del pecado de uno solo; porque el juicio, partiendo de un pecado, llevó a la condenación, mas la obra de la gracia, partiendo de muchos delitos, se resuelve en justificación. En efecto, si por el delito de uno reinó la muerte, ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en la vida por uno, por Jesucristo!
Así pues, como el delito de uno atrajo sobre todos los humanos la condenación, así también la obra de justicia de uno procura a todos la justificación que da la vida. En efecto, así como por la desobediencia de una persona todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno todos serán constituidos justos.
La ley, en definitiva, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Así, lo mismo que el pecado reinó para traer muerte, también la gracia reinara, en virtud de la justicia, para procurarnos vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor.
El ser humano, unido al Señor Jesús por la fe y animado de Su Espíritu, recibe ya gratuitamente la verdadera justicia y puede vivir según la voluntad divina (Rm 8:1-4).
Rm 8:1-4
Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están unidos a Cristo Jesús, porque la ley del espíritu, que da la vida a través de Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que la ley era incapaz de hacer, reducida como estaba a la impotencia por la carne, lo hizo Dios. En efecto, Dios, enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden a abolir el pecado, condenó el pecado en la carne. Y lo hizo para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros, que seguimos una conducta no según la carne, sino según el espíritu.
Cierto que su fe ha de florecer en obras buenas; pero esas obras realizadas por la fuerza del Espíritu (Rm 8:5-13 Efectivamente, los que viven según la carne desean lo que es propio de la carne; mas los que viven según el espíritu buscan lo espiritual. Ahora bien, las tendencias de la carne desembocan en la muerte, mas las del espíritu conducen a la vida y la paz, ya que las tendencias de l a carne llevan al odio de Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden. Así que los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís segun la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros…) ya no son las obras de la Ley en que ponían orgullosamente su confianza los judíos. Son obras realizables por todos los que creen, aun cuando hayan venido del paganismo (Rm 4:11 pues recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia que viene de la fe, y que poseía estando todavía sin cincuncidar. Así, se convertía en padre de todos los que creen sin estar circuncidados, a fin de que la justicia les fuera igualmente imputada;).
Así, pues, la economía mosaica, que tuvo su valor de etapa reparatoria, ha caducado. Los judíos, que pretenden mantenerse en ella, se colocan fuera de la verdadera salvación. Dios ha permitido su ceguera para hacer posible el acceso de los gentiles. Sin embargo, no pierden definitivamente su vocación primera, porque Dios es fiel: algunos de ellos, el “pequeño resto” anunciado por los profetas, han creído; los demás se convertirán algún día (Rm 9-11). En adelante, los fieles del Señor Jesús, sean de origen judío o gentil, deben estar totalmente unidos en la caridad y en la ayuda mutua (Rm 12:1-15:13).
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* Fragmentos bíblicos tomados de: “Biblia de Jerusalén, 2019, Desclée De Brouwer, Bilbao, España”
* Imagen por Ichigo121212, de Pixabay