Introducción
I. Sacrificio extremo del Señor Jesús
II. Humillación experimentada por el Señor al abandonar la comunión
III. Dios nos invita a buscar la comunión con Él
Conclusión
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INTRODUCCIÓN
¿Cuántas veces hemos escuchado lo siguiente: "El castigo físico que padeció nuestro Señor nadie más lo ha sufrido"? No es necesario mentir para resaltar el aterrador sufrimiento del Salvador; muchas personas han sido crucificadas, antes y después de Él (castigadas con látigo, golpeadas, torturadas física y emocionalmente).
Es el martirio espiritual de Cristo Jesús el que nadie más ha sufrido, porque ningún ser humano valora más que Dios el significado de la verdadera comunión.
I. SACRIFICIO EXTREMO DEL SEÑOR JESÚS
Mateo 26:36-38
"Entonces fue Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dijo a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.»"
Lucas 22:41-44
"Se apartó de ellos como un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba así: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra."
En Getsemaní, el Señor Jesús estuvo angustiado (afligido, con temor, con dolor), en agonía (pena o aflicción extrema, dolor provocado por conflictos espirituales) y triste hasta el punto de morir.
¿Qué puede ser tan espantoso para que el Creador del universo llegara a semejante situación? Algo espeluznante y único.
¿Temor al castigo físico? ¿Horrorizado por los clavos que penetrarían su piel? ¿Pánico al pensar en los latigazos? No lo creo.
Estoy seguro que eso tan pavoroso, que le hizo sudar como espesas gotas de sangre, no fue el temor al castigo físico que recibiría;
- Cuando llegaron a capturarlo mostró serenidad, diciéndole amigo a Judas y pidiendo a Pedro guardar su espada.
- Cuando lo interrogaron estuvo callado y luego habló poco (los escritores no mencionan que se desesperara por causa de las bofetadas).
- No leemos que intentara huir o lanzar gritos desgarradores cuando lo azotaron y golpearon.
Pero gritó con fuerza en otro momento; lanzó un fuerte grito cuando Dios Padre lo abandonó:
Marcos 15:34
"A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: "Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?" - que quiere decir: "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»"
Marcos 15:37
"Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró."
Intenso el castigo físico, pero no más doloroso que el rompimiento de la gloriosa comunión.
II. HUMILLACIÓN EXPERIMENTADA POR EL SEÑOR AL ABANDONAR LA COMUNIÓN
Filipenses 2:6-8
"El cual, siendo de condición divina, no reivindicó su derecho a ser tratado igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz."
Se convirtió en la peor persona porque nadie ha cargado más pecados que Él; los de toda la humanidad, de todas las generaciones. Humillado como nadie más podría serlo.
No creamos que somos superiores a otros por dinero o posición social. El rico no deja de ser persona si se vuelve pobre, un rey no deja de ser persona si lo esclavizan, pero Cristo Jesús era Dios y dejó Su posición de Dios; esto es humillación.
El Sacrificio Espiritual de Cristo Jesús incluye el rompimiento de la comunión con Su Padre y la humillación de rebajarse hasta lo peor.
La comunión (unidad), es uno de los principales temas en las enseñanzas del Redentor. Y la comunión eterna entre ellos estaba a punto de romperse.
III. DIOS NOS INVITA A BUSCAR LA COMUNIÓN CON ÉL
Cuando el Redentor se comunicaba con Su Padre, añorando aquella comunión que tenían antes de Su encarnación, lo hacía de la siguiente manera:
Juan 17:21
«para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también sean uno en nosotros…»
¿Qué tanto valoramos la comunión que como cristianos podemos gozar con Dios, gracias a Su sacrificio y humillación?
1 Corintios 1:9
"Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo, Señor nuestro."
1 Juan 1:3
"Os anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo."
1 Juan 1:6
"Si decimos que estamos en comunión con él, pero resulta que caminamos en tinieblas, estamos mintiendo y no actuamos conforme a la verdad."
1 Juan 1:7
"Pero si caminamos en la luz, tal como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado."
2 Corintios 13:13
"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros"
CONCLUSIÓN
No podemos comparar nuestra "humillación" con la de Él. No podemos comparar nuestro "sacrificio" con el de Él. Adoremos y sirvamos a Dios porque Su Sacrificio fue para nuestro beneficio. Podemos ofrendar nuestro servicio a Dios y a nuestros semejantes en gratitud.
Comunión con Dios es lo más importante.
Teól. Fernando Montes