“Este es el día que hizo Yahveh, para que nos alegráramos y regocijáramos en Él” (Salmos 118:24)
Adoramos a Dios, Creador de todas las cosas visibles e invisibles, con cantos espirituales, oraciones, reflexión bíblica, comunión con el cuerpo de Cristo, comunión con la sangre de Cristo.
MÉDICO, CÚRATE A TI MISMO
“Entonces les dijo: Sin duda me diréis este proverbio: Médico, cúrate a ti mismo. Cuantas cosas oímos que se han hecho en Cafarnaúm, hazlas también aquí en tu tierra. Y añadió: En verdad os digo que ningún profeta es grato en su tierra; ...” (Lc 4:23-24)
En la sinagoga, algunas personas se habían relacionado con el Señor Jesús durante Su niñez y juventud. Estas personas estaban maravilladas al escucharlo;
“Y todos daban testimonio de Él, y se maravillaban de las palabras de gracia que salían de Su boca, pero decían: ¿No es éste el hijo de José?” (Lc 4:22).
Mateo agrega un poco más en esta parte del relato:
“… de manera que estaban pasmados, y decían: ¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos poderes milagrosos?” (Mt 13:54).
Es probable que nuestro Señor oyera los comentarios de ellos. Sabemos que también podía leer sus pensamientos (Jn 2:25).
Se estaba usando el refrán del «médico» para dar a entender esto: "Prueba que eres médico, haciendo aquí los milagros que hiciste en Cafarnaúm".
Los que estaban en la sinagoga, sabían lo que Jesús había hecho en Cafarnaúm, una ciudad que estaba a menos de treinta y cinco kilómetros. Es probable que hubieran oído acerca de los demás milagros. Habrían tenido muchas oportunidades de ver y oír a Cristo cuando Él viajaba por la provincia . Nada de lo anterior había sido suficiente. Estaban pidiendo una señal especial, un milagro espectacular que fuera hecho exclusivamente para ellos. No era esta una expresión de fe, sino de incredulidad. Mateo y Marcos nos dicen que el problema de ellos era “la incredulidad” (Mt 13.58, Mr 6:6).
Él podía haber ayudado a muchos leprosos judíos; pero en lugar de esto, en la providencia divina, sanó a un leproso gentil.
En los días del Señor Jesús, si uno quería que un judío se enojara, ¡bastaba con decirle que Dios también cuidaba de los gentiles!
¿Cómo reaccionó la gente a los ejemplos dados por Cristo? ¿Acaso dice la Biblia que «Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de fe»? ¡Para nada! Esto es lo que dice:
"Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira" (vs. 28)
Hicieron a un lado el decoro normal de una sinagoga y se convirtieron en una turba salvaje.
"… y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos" (vs. 29).
Llevaron a Jesús allí «para despeñarlo» (vs. 29). En vista de que había insinuado que Él era el Mesías, talvez lo consideraban culpable de blasfemia, un pecado que significaba la pena de muerte por lapidación (Levítico 24.16), esto es recoger piedras con la mano y arrojarlas al culpable.
Los judíos querían aplicar a Jesucristo el dicho “médico, cúrate a ti mismo”, pero Él les dice que más bien piensen en otro: “ningún profeta es grato su tierra”
Al Señor Jesús no se le puede atribuir aquello de “médico, cúrate a ti mismo”
- Él nos pide amar porque nos amó antes
- Nos pide trabajar porque Él trabaja
- Nos pide fidelidad porque Él es fiel
- Nos pide que soportemos porque Él soportó las tentaciones
A quien podemos aplicar el término es a nosotros; a predicadores, a pastores, a padres, a maestros, a presidentes, a consejeros, a organizaciones, a líderes en todo el mundo.
Así dice el apóstol Pablo:
“entonces tú, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?
Tú, que proclamas no robar, ¿robas?
Tú, que dices no adulterar, ¿adulteras?
Tú, que detestas a los ídolos, ¿saqueas templos?
Tú, que te jactas de la ley, mediante la transgresión de la ley deshonras a Dios.
Porque, como está escrito:
El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.”
(Rm 2:21-24)
Pablo había acusado a los gentiles de ser culpables de tres tipos de pecado: idolatría, inmoralidad e iniquidad. Ahora acusaba a los judíos de cometer las mismas clases de pecados:
Iniquidad
Tú, que proclamas no robar, ¿robas?
Los judíos encontraron maneras para apropiarse de lo que legítimamente le pertenecía a otro.
Los dirigentes judíos habían hecho del templo una "cueva de ladrones" (Marcos 11.17).
Los fariseos estaban "llenos de lo robado" (Mateo 23.25); ellos "devoraban las casas de las viudas" (vea Marcos 12.40).
Judíos robaban a sus padres la ayuda y el sustento que debía ser de estos (Marcos 7.9-13).
Inmoralidad
Tú, que dices no adulterar, ¿adulteras?
Ustedes dicen que la gente debe ser fiel en el matrimonio. Pero ¿son ustedes fieles? El mundo siempre ha estado plagado de adulterio, y los judíos no eran la excepción (Jeremías 5.7–8). En el caso de la mujer sorprendida en adulterio (Juan 7.53—8.11), me pregunto: ¿Dónde estaba el hombre sorprendido en adulterio? ¿Por qué pasaron por alto su pecado?
Idolatría
Tú, que detestas a los ídolos, ¿saqueas templos? Sabemos que los judíos abominaban a los ídolos. Habían tenido dificultades con la idolatría durante gran parte del período veterotestamentario, pero cuando volvieron del cautiverio en Babilonia ya estaban firmes en contra de las imágenes.
Los judíos eran inconsecuentes. Decían una cosa y hacían otra. Predicaban, pero no practicaban. Una vez más, debemos hacer aplicación a nosotros mismos. Hablamos en contra de robar, pero ¿somos honestos en todos nuestros tratos? Condenamos el pecado sexual, pero ¿son nuestros corazones siempre puros (Mateo 5.27–28)? Puede que no nos postremos delante de ídolos, pero ¿nos damos cuenta de la "avaricia, que es idolatría" (Colosenses 3.5)?
- Un predicador dice exige puntualidad a la grey pero él llega tarde
- Un predicador dice que él sí puede alargar el discurso pero los demás no pueden
- Un pastor dice que fue puesto por Dios para disciplinar a la grey, pero afirma también que no puede intervenir en la disciplina de su propio hijo
- Como padres exigimos obediencia a nuestros hijos, pero cruzamos la línea amarilla de la carretera, o pasamos la luz roja del semáforo
- Como maestros somos estrictos vigilando que no se copien nuestros estudiantes, pero nos copiamos en la universidad
- El presidente de una nación no siempre cumple la ley
- Un policía cree que él tiene derecho a violar las leyes de tránsito
¿Qué hacemos? ¿Entonces no podemos disciplinar?
Lo que debemos hacer es reflexionar en este asunto. Reconocer que no somos perfectos, y, por lo tanto, la prepotencia no debe ser característica nuestra.
“Hermanos, aun si alguien fuera sorprendido en algún delito, vosotros los espirituales, restaurad al tal con un espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Ga 6:1)
... eres inexcusable, oh hombre (todo el que juzga), porque en lo que juzgas al otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas practicas las mismas cosas. Y sabemos que el juicio de Dios sobre los que practican tales cosas, es según verdad. ¿Y piensas tú, oh hombre, que juzgas a los que practican tales cosas, y las haces, que tú escaparás al juicio de Dios? ¿O menosprecias la riqueza de Su benevolencia, de Su tolerancia y de Su longanimidad, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? (Rm 2:1-4)
Dios nos ayude a cumplir Su voluntad.
Teól. Fernando Montes