Jn 1:13
estos no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios.
Los hijos de Dios no lo son por pertenecer a la nación hebrea ni por pertenecer a algún linaje de este mundo.
Tampoco somos hijos de Dios por engendramiento humano, y mucho menos por deseo sexual natural.
En contraste a estos tres aspectos, hay un proceso espiritual: el nuevo nacimiento de los creyentes es gracias a la milagrosa regeneración que se relaciona directamente con el milagro de la encarnación del Logos.
No todos los seres humanos somos hijos de Dios. No todas las personas hemos recibido al Logos, y no todos hemos creído en Él, de la manera que espera. No es a la manera de usted, es a la manera de Dios.
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- Imágenes por -MayaQ- Mariusz Matuszewski Bernd, de Pixabay
- Fragmentos bíblicos tomados de: “Biblia de Jerusalén, 2019, Desclée De Brouwer, Bilbao, España”